Su pétrea espalda se había
resquebrajado con el paso de los años.
Su piel, antaño blanca, suave y pulida
ahora verdeaba por el musgo que nacía en cada grieta.
Su boca, ahora seca y con gusto férreo,
añoraba el agua pura y cristalina que vertía a borbotones en el
estanque para diversión de los ahora inexistentes peces.
Se respiraba desolación en toda su
rocosa existencia, pero al león no le importaba.
Con ojos impertulbables y vacíos
miraba inexorablemente su reflejo, y se sabía
GRANDE,
BELLO,
PODEROSO,
IMPORTANTE,
SABIO.
Porque sólo él conocía su secreta
misión.
Era el guardián de los deseos.
Maravilloso!!!
ResponderEliminarLo pequeño, puede ser grande.
Y esto...es GRANDE, Noemi.
Celebro tu vuelta :)
Un besote
Eusebio.
Sublime, hoy el mundo es un lugar mejor!
ResponderEliminarMuchas gracias! Por todo! Ni os lo podéis imaginar lo que significa todo esto esto para mí, superar fantasmas del pasado por fin! Eso sí, no prometo entrada diaria...
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