lunes, 16 de abril de 2012

El reflejo del león




Su pétrea espalda se había resquebrajado con el paso de los años.

Su piel, antaño blanca, suave y pulida ahora verdeaba por el musgo que nacía en cada grieta.

Su boca, ahora seca y con gusto férreo, añoraba el agua pura y cristalina que vertía a borbotones en el estanque para diversión de los ahora inexistentes peces.

Se respiraba desolación en toda su rocosa existencia, pero al león no le importaba.

Con ojos impertulbables y vacíos miraba inexorablemente su reflejo, y se sabía

GRANDE,

BELLO,

PODEROSO,

IMPORTANTE,

SABIO.

Porque sólo él conocía su secreta misión.




 
 
Era el guardián de los deseos.

3 comentarios:

  1. Maravilloso!!!
    Lo pequeño, puede ser grande.
    Y esto...es GRANDE, Noemi.
    Celebro tu vuelta :)

    Un besote
    Eusebio.

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  2. Sublime, hoy el mundo es un lugar mejor!

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  3. Muchas gracias! Por todo! Ni os lo podéis imaginar lo que significa todo esto esto para mí, superar fantasmas del pasado por fin! Eso sí, no prometo entrada diaria...

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